¿Cuántas veces hemos escuchado la expresión “estoy deprimido/a”? Seguramente muchas veces, pero en realidad ¿es depresión lo que tenemos?
Las personas experimentamos durante toda nuestra vida experiencias buenas. Por ejemplo: encontrar un trabajo que nos gusta, el nacimiento de un hijo/a o encontrar a una persona con la que compartir estas vivencias. Sin embargo, también existen experiencias malas como la pérdida de un ser querido, ya sea por fallecimiento o por haberse ido a otro lugar, e incluso el ser despedido de nuestro trabajo.
Estas experiencias malas pueden provocar en nosotros un estado de ánimo bajo, donde la persona se encuentra triste, desanimada, con desgana y perdida. Esta reacción ante la situación desagradable es un proceso normal y adaptativo que toda persona debe pasar para poder afrontar con fuerza el futuro. Sin embargo, si la persona se queda estancada durante mucho tiempo en este estado de ánimo y no consigue avanzar, puede acabar sufriendo más de lo debido y comenzar, sin quererlo, un estado de ánimo depresivo.